Aunque hasta hoy no se han encontrado las causas y la cura de esta enfermedad, diagnosticarla a tiempo permite que su tratamiento tenga éxito.
En México, después del cáncer cervicouterino, el cáncer de mama es la segunda causa de muerte en la población femenina mayor de veinticinco años (INEGI). A diario mueren 12 mujeres en nuestro país. Aunque la población con riesgo está entre los cincuenta y sesenta años, este factor no es determinante, “a la fundación han llegado mujeres menores de treinta años con la enfermedad, no respeta edad, ni condición social, ni nada… el factor de riesgo es ser mujer, cualquiera la podemos padecer, algunas la desarrollan, otras no.”, advierte la Licenciada Elizabeth Lavín, Coordinadora de Apoyo Emocional de la Fundación Cimab. Para combatir la enfermedad, lo importante es detectarla a tiempo. A continuación, dos mujeres que han padecido la enfermedad en carne propia y que han resultado victoriosas, nos comparten su testimonio.
Gabriela Rodríguez Trejo
37 años
En diciembre de 2009, Gabriela se detectó una bolita en su seno cuando se estaba bañando. “Lo primero que se me vino a la mente fue ‘tengo cáncer’, aunque en mi familia no hay antecedentes de la enfermedad, inmediatamente fui al servicio médico; el médico me exploró y me pidió que me hiciera una mastrografía y un ultrasonido. Los resultados dieron negativo a malignidad y determinaron que sólo se trataba de una inflamación por un conducto tapado, pero aún así me enviaron con la ginecóloga. Cuando llegué con ella mi pezón ya estaba secretando un líquido color café. Hicieron una biopsia de este líquido pero también salió negativo”.
Gabriela fue dada de baja del servicio médico al perder su trabajo y acudió al ISSSTE (un sistema de salud en México). “Tuve que empezar de nuevo con estudios y biopsia. Aunque el resultado fue negativo, la ginecóloga me dijo que pensaba que se trataba de algo más delicado Gracias al seguro de gastos médicos mayores que tiene mi esposo, me atendieron y me realizaron estudios que también salieron negativos. Pero el doctor me comentó que la bolita estaba creciendo muy rápido y que era necesario someterme a una cirugía para extraerla. El proceso consistiría en retirar el tumor y en estudiarlo. Si era maligno, tendrían que remover mi mama completa. Me sentía confiada porque los resultados anteriores habían resultado negativos”. El 18 de marzo Gabriela entró a cirugía, después de que la anestesia pasó y cuando ya estaba en la sala de recuperación descubrió que ya no tenía un seno. “Lo primero que pensé fue que como había sido cáncer, podría morir. Después platiqué con mi esposo quien trató de animarme al decirme que el cáncer ya había sido extirpado. Pero yo tenía sentimientos encontrados, por un lado tenía mucho miedo de morir por mis hijos, mi esposo, mi familia y por los proyectos que tenía. Pero a la vez me sentía contenta porque ya me habían quitado lo malo. Las noticias del médico fueron alentadoras, a pesar de que se trataba de un tumor muy agresivo se había detectado a tiempo y había muchas posibilidades de que el tratamiento fuera exitoso. “Al momento de la operación, además de mi seno, los 29 ganglios que me quitaron no fueron afectados por el tumor, y de acuerdo con estudios posteriores, tampoco otros órganos resultaron dañados, con lo cual aumenta mi posibilidad de vida. Actualmente llevo cinco quimioterapias de ocho en total, las cuales no han sido tan malas como yo pensaba. Sólo he sentido un poco de mareo hasta ahora. Lo que si me afectó fue que mi cabello se me cayera a la tercera semana de iniciado el tratamiento. Fue impactante ver cómo en mi almohada y al bañarme caían mechones enteros. Sufrí mucho ya que tenía mi cabello largo desde hace muchos años. Voy a continuar con las quimios y al terminar me harán estudios para ver mi progreso. De ello dependerá si sigo con radioterapias”. El apoyo y compañía de la pareja y los hijos es fundamental en el ánimo de la paciente. “En todo este proceso, mi esposo, con quien tengo 20 años de casada, ha sido como mi ángel guardián. Ha estado pendiente de mi en todo momento, de la hora de mis medicinas, de mis visitas médicas…me ha apoyado incondicionalmente, cosa que le agradezco a Dios y a él. Gracias a mi esposo, a mi familia y al proyecto que tengo de seguirme preparando como psicóloga con la idea de apoyar a mujeres con cáncer de mama, he logrado sentirme con fuerzas para continuar. Me siento tranquila, con paz y tengo fe, porque gracias a Dios las cosas han salido bien hasta ahora y el pronóstico es favorable. Aferrarnos a la vida es lo más importante para salir adelante”.
Elizabeth Lavín
33 años
Después de varios años de divorciada, inició una relación sentimental y fue precisamente su nueva pareja quien le detectó una bolita. “La verdad es que no le di importancia ya que mi salud siempre ha sido buena, tengo dos hijos y nunca me había enfermado gravemente. Tenía 29 años, y nunca pensé que fuera a tener cáncer. Pero fue tanta su insistencia que fui con el médico quien me realizó un ultrasonido y me canalizó con un oncólogo. En la primera consulta me realizó una biopsia”. Después del estudio, empezó a sentir mucho dolor en donde estaba la bolita. A los pocos días le dieron los resultados que fueron positivos. “No lo vi como una tragedia, lo vi s como una experiencia negativa más. El doctor me dijo que tendría que operarme e iniciar un tratamiento, que estaba muy joven y que todo saldría bien. Yo pensaba que era un obstáculo más en mi vida, nunca pasó por mi mente que moriría. Al operarme, si el tumor resultaba benigno, sólo lo retirarían; pero en caso de que fuera maligno tendrían que quitarme el seno. No me fue tan mal, sólo me extrajeron una parte del cuadrante del seno”. Antes de la operación, la madre de Elizabeth estaba muy angustiada. “A veces los familiares son quienes más se preocupan por el paciente. A mis hijos no les había comentado que tenía cáncer, sólo hasta después de la operación cuando inicié las quimioterapias. Les dije que había salido positivo el diagnóstico a la enfermedad pero que todo estaría bien ya que había sido diagnosticado a tiempo y me darían tratamiento. Me apoyaron mucho, el más pequeño, que tenía ocho años y que es muy inquieto, hacía todo lo posible por portarse bien para que yo estuviera tranquila”. Con el tratamiento el cabello se le cayó. “Fue impactante y lo sufrí mucho. Mi hermana me dio una peluca que usaba de vez en cuando pues no me no me sentía yo misma. Preferí usar mascadas, gorros y sombreros. Mi carácter, que es muy alegre, me ayudó a enfrentar la enfermedad. Puse toda mi energía para curarme por mis hijos y por mí también. Cada seis meses me revisan y sigo el tratamiento con medicamentos pues mi tumor fue hormonal. Cuando terminé mi tratamiento, empecé a trabajar en la Fundación Cimab, en donde soy coordinadora de apoyo emocional. Me siento muy bien al ver cómo aquellas mujeres que han sido diagnosticadas y que llegan devastadas, hoy comparten sus experiencias positivamente. Yo no soy sólo sobreviviente, sino una victoriosa de cáncer de mama, como lo son muchas mujeres”.
(En recuadro)
Sólo 3 pasos
Aunque no es posible prevenir el cáncer de mama, puedes detectarlo a través de:
- Auto-explorarte dos días después de tu período menstrual.
- Visitar al médico (ginecólogo) una vez al año
- Realizarte una mastografía una vez al año después de los cuarenta años de edad.
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